Silvana
Rivas Cifuentes
silvana.rivas@gmail.com
Episodios
extremos meteorológicos del clima como los ocurridos en el norte del país a
principios de este año, con precipitaciones intensas, aluviones, inundaciones,
y desbordes de ríos, cuyo desenlace fue un desastre de infraestructura de
varias ciudades, y la pérdida de varias vidas humanas, no puede permitirse
dejar al margen, hacer una reflexión respecto a su origen como influencia del
cambio climático, al considerar que este territorio por sus características
geográficas, tiene una alta vulnerabilidad de recibir los efectos del cambio
climático, y que ello sea una evidencia empírica de sus efectos en el país.
En
informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
(IPCC), de los años 2013 y 2014[1],
se identifica dichos episodios como parte de la interferencia humana en el
sistema climático. Refiere que en las zonas continentales, es más probable que
se desarrollen fenómenos de precipitación intensa, con una tendencia de mayor
frecuencia, intensidad y/o cantidad de la precipitación; e identifica que los
riesgos son altos y pueden generar el colapso de redes de infraestructuras y
servicios esenciales como la electricidad, el suministro de agua y servicios de
salud y de emergencia. Lo que demuestra que en Chile, es posible asumir que se están comenzando a ver los efectos del
cambio climático.
América
Latina y el Caribe, si bien generan solamente el 9% de las emisiones
contaminantes del planeta según datos del 2011 en Estudio de la CEPAL[2],
no obstante es particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático.
Estimaciones en dicho estudio señalan que si la temperatura aumenta en 2.5°
celsius respecto del promedio histórico, los costos económicos del cambio
climático, podrían representar entre 1,5% y 5% del PIB de la región; en cambio
los costos de las medidas de adaptación para evitar este fenómeno se estiman
menores a 0,5% del PIB actual de la región. Esto indica la importancia de
implementar medidas eficientes de adaptación que permitan reducir los impactos negativos
del cambio climático.
El
IPCC establece que el proceso de gestión para reducir estos impactos, es a través
de la Adaptación, definida como el “proceso de ajuste al clima real o proyectado
y sus efectos, en el caso de los sistemas humanos, la adaptación trata de moderar
o evitar los daños o aprovechar las oportunidades beneficiosas. En algunos
sistemas naturales, la intervención humana puede facilitar el ajuste al clima
proyectado y a sus efectos”[3].
En
nuestro país, sólo recientemente en diciembre del año 2014, se cuenta con el primer
Plan de Adaptación al Cambio Climático[4], el
cual considera en su diseño de fundamentación los estudios del IPCC; en dicho
plan se advertía sobre la presencia de fenómenos climáticos extremos, y que
podrían provocar grandes catástrofes, como los ocurridas en el norte. Señala
que pese a que el número de eventos de precipitación extrema tiende a decrecer
en gran parte del país, la ocurrencia de eventos de alta precipitación, en días
con temperaturas elevadas, será mayor, desencadenando como efecto aumentar
considerablemente el caudal de los ríos, provocando catástrofes debido a
inundaciones, crecidas y aluviones. Enfatiza que estos eventos pueden provocar
la pérdida de vidas humanas e impactar negativamente en los sistemas de
evacuación de aguas, daños en las infraestructuras y servicios de agua potable
y electricidad, perdida de las propiedades, y una mayor demanda en los sistemas
de salud, y de los sistemas de emergencia.
El
Plan de Adaptación, precisa que la vulnerabilidad sobre fenómenos climáticos
extremos, se relaciona con la rápida urbanización y el crecimiento de las ciudades,
donde Chile no se encuentra ajeno a esta realidad, lo que ha propiciado la
aparición de comunidades urbanas sumamente vulnerables, en particular debido a
asentamientos informales y a una gestión de tierras poco adecuadas.
Entre
las líneas de acción del Plan de Adaptación al Cambio Climático, establece una
gestión del riesgo de desastres, asociados ante la ocurrencia de eventos
hidrometeorológicos extremos. Para ello instaura como línea de acción producir
información para la toma de decisiones en el marco de la gestión del riesgo de
desastres, liderada por el Ministerio del Medio Ambiente y en conjunto con la
Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI), a través de la participación en la
Plataforma Nacional de Reducción del Riesgo de Desastre con la participación de
otros organismos intersectoriales. Se establecen 3 actividades a ejecutar
correspondientes a:
1.- Incorporar
en el desarrollo y actualización de mapas de riesgo la información de eventos
hidrometeorológicos extremos actuales y proyectados en el territorio nacional,
que incluyan las variables de amenaza, vulnerabilidad y exposición al cambio
climático.
2.-Incorporar
en el sistema estadístico de registro de eventos (en desarrollo), los eventos
hidrometeorológicos extremos y sus impactos, a partir de la información
proporcionada por diversos organismos, para realizar evaluaciones a posteriori
y obtener lecciones aprendidas.
3.-Desarrollar
un programa de actividades de capacitación para las instituciones públicas y
otros actores de interés, a nivel nacional, regional y local, sobre la
adaptación al cambio climático en el marco de la reducción del riesgo de
desastres, que incluya, entre otros, los temas referidos a impactos del cambio
climático, adaptación y enfoque de riesgos y alternativas de adaptación no
tradicionales, tales como la infraestructura verde y adaptación basada en
ecosistemas[5].
Las
2 primeras actividades están planificadas para el año 2016, y sólo la 3
actividad está planificada para su ejecución durante el transcurso de este año.
Asimismo, el Plan Nacional de Adaptación incorpora el sector ciudades en el
desarrollo de planes sectoriales. El Plan de Adaptación al Cambio Climático
para Ciudades ciertamente es más embrionario, por lo que se encuentra en su
etapa de generación de información, de
coordinación y de articulación de actores intersectoriales; las instituciones
responsables principalmente son el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Ministerio
del Interior, y el Ministerio del Medio Ambiente; y de acuerdo a la
planificación propuesta deberá estar aprobado para el año 2017. Para ello formula
6 líneas de acción:
1.
Planificación y ordenamiento territorial para la consideración de la incorporación
de las variables del cambio climático en el desarrollo del territorio, de
manera de enfrentar adecuadamente las olas de calor, inundaciones o sequias, u
otros problemas asociados, como también para la adaptación a las nuevas
condiciones climáticas.
2.
Desarrollo de mapas de vulnerabilidad de la ciudad e identificación de zonas de
riesgo frente a eventos meteorológicos a los que se expone las zonas pobladas y
principalmente las urbanas producto del cambio climático.
3. Plan de
contingencia y capacidad de respuesta de los servicios de la ciudad frente a
emergencias de distinta índole: eventos extremos, destrucción de
infraestructura mayor, emergencias sanitarias, abastecimiento de agua y
alimentos, etc.
4.
Desarrollo de líneas de acción específicas para los recursos hídricos, la
energía y la salud, considerando las características de las ciudades en cuanto
a: población, actividades económicas, fuentes de abastecimiento de aguas y
energía, etc.
5. Desarrollo de líneas de acción para otros
sectores y servicios de importancia en la ciudad y que puedan verse influidos
por los efectos del cambio climático.
6.
Educación de la población en: la protección y el uso eficiente de los recursos
hídricos y energéticos, los planes de contingencia de la ciudad frente a
emergencias, las zonas de riesgo y vulnerabilidad frente a eventos extremos y
otros temas de relevancia para la ciudad[6].
Así,
si bien Chile cuenta con un sistema de evaluación de riesgos a través de su
Plan de Adaptación al Cambio Climático, el cual se hace cargo de los fenómenos
meteorológicos extremos en su diseño, sólo podrá evaluarse el accionar del
Estado en esta materia, hasta que estas medidas dejen de ser propuestas de
buena intención, y se transformen en acciones concretas, que permitan evaluar
los resultados. Asimismo, la planificación al estar programada con tiempos
prolongados de ejecución, y por no tratarse de medidas vinculantes (por lo
demás, en gobiernos de 4 años), no es posible asegurar que el diseño del plan
sea efectivamente ejecutado.
De
esta forma, ante las precipitaciones extremas ocurridas en el norte, es posible
explicar la ocurrencia de los hechos que finalmente llevaron al desastre, pues
si bien el Plan de Adaptación del Cambio Climático, ya advertía sobre estos
eventos, claramente el conocimiento sobre la existencia de fenómenos
meteorológicos extremos como efectos del cambio climático, no es suficiente, el
proceso de implementación de la adaptación es igual de importancia, de manera
que permita generar acciones para la toma de decisiones acertadas, a fin de
evitar este tipo de eventos.
Y
ello, porque la importancia de la política social en relación al cambio
climático, radica en que el mayor impacto social, será respecto de las
poblaciones más vulnerables en términos socioeconómicos, siendo los más
afectados por sus consecuencias y quienes tienen una menor resiliencia para
recuperarse ante los efectos adversos[7]. Por
lo mismo, el Estado tendrá que intervenir sobre dicha población mediante el
gasto social, a través de distintos tipos de transferencias monetarias, que
permitan solventar la situación de catástrofe de dichos sectores de la
población que por sí solos no podrán enfrentar.
Entonces,
¿cómo se puede avanzar desde las políticas públicas? Los desafíos están entonces
en invertir antes que los eventos sucedan, incorporando las ideas de los planes
de adaptación y de ciudades, por ejemplo, en los planes reguladores para el
diseño urbano de las ciudades del futuro, con asentamientos que no estén emplazados en lugares de alto
riesgo ante eventos climáticos extremos. Las políticas públicas deben apuntar a
una mirada transversal para la instalación de las ciudades, donde en la
planificación participen en su diseño distintos sectores, no sólo desde el
Ministerio de Vivienda y Urbanismo, sino también desde otros ministerios como del
Medioambiente, desde el Interior, de los Gobiernos Regionales, desde la Red Científica,
etc., porque el cambio climático es un fenómeno que lamentablemente progresa, y
por ende la vulnerabilidad de las ciudades de mayor asentamiento de población y
con problemas de infraestructura se acrecienta. En relación a las ciudades
presentes, las políticas para el desarrollo sostenible deben apuntar a generar
inversión en áreas verdes, que no sólo responden a mejorar el efecto de los
gases de efecto invernadero como medio de pulmón verde, sino también porque son
un buen elemento de mitigación de posibles inundaciones al irrigar las aguas
provenientes de las precipitaciones intensas
En
conclusión, en materia de Adaptación al Cambio Climático por consecuencia de
fenómenos meteorológicos extremos, Chile avanza gradualmente desde la
institucionalidad, a través de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio
del Interior y Seguridad Pública, y del Ministerio
de Medio Ambiente, y los avances desde la “teoría” a través de su Oficina de
Cambio Climático, es posible evidenciar la existencia de varios planes para
enfrentar el cambio climático; pero se está atrasado en la práctica, es decir,
hacia la transformación de las esferas de cambio, que otorguen prueba que las decisiones
ante fenómenos meteorológicos extremos se basan sobre una evaluación de los
riesgos de impacto del cambio climático, y que en ese análisis representan un
factor determinante en las decisiones de las políticas públicas.
Referencias
·
(2014) Galindo, L., Samaniego J., Alatorre J.,
& Carbonell J., Procesos de Adaptación al Cambio Climático Análisis de
América Latina, Colección Documentos de Proyecto, CEPAL, LC/W.647, Santiago de
Chile.
·
IPCC, 2013: “Resumen para responsables de
políticas. En: Cambio Climático 2013: Bases físicas. Contribución del Grupo de
trabajo I al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático” [Stocker, T.F., D. Qin, G.-K. Plattner, M.
Tignor, S.K. Allen, J. Boschung, A. Nauels, Y. Xia, V. Bex y P.M. Midgley
(eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido y Nueva York, NY,
Estados Unidos de América.
·
IPCC, 2014: Cambio Climático 2014: Impactos,
adaptación y vulnerabilidad - Resumen para responsables de políticas.
Contribución del Grupo de trabajo II al Quinto Informe de Evaluación del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. [Field, C.B., V.R.
Barros, D.J. Dokken, K.J. Mach, M.D. Mastrandrea, T.E. Bilir, M. Chatterjee,
K.L. Ebi, Y.O. Estrada, R.C. Genova, B. Girma, E.S. Kissel, A.N. Levy, S.
MacCracken, P.R. Mastrandrea, and L.L. White (eds.)]. Organización
Meteorológica Mundial, Ginebra, Suiza.
·
(2014), Plan Nacional de Adaptación al Cambio
Climático, Oficina de Cambio Climático, Ministerio del Medio Ambiente,
Santiago, Chile. Disponible en: http://portal.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2014/12/PAN-web2.pdf
·
(2011) Informe Final Fortalecimiento de
Capacidades de los Encargados de la Formulación de Políticas para hacer frente
al Cambio Climático en Iberoamérica Evaluación del Impacto Social del Cambio
Climático en Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile Centro de Cambio
Global UC, Para Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
Chile.
[1]
IPCC, 2013: “Resumen para responsables de políticas. En: Cambio Climático 2013:
Bases físicas. Contribución del Grupo de trabajo I al Quinto Informe de
Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático”
[Stocker, T.F., D. Qin, G.-K. Plattner, M. Tignor, S.K. Allen, J. Boschung, A.
Nauels, Y. Xia, V. Bex y P.M. Midgley (eds.)]. Cambridge University Press,
Cambridge, Reino Unido y Nueva York, NY, Estados Unidos de América; y, IPCC,
2014: Cambio Climático 2014: Impactos, adaptación y vulnerabilidad - Resumen
para responsables de políticas. Contribución del Grupo de trabajo II al Quinto
Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático. [Field, C.B., V.R. Barros, D.J. Dokken, K.J. Mach, M.D. Mastrandrea,
T.E. Bilir, M. Chatterjee, K.L. Ebi, Y.O. Estrada, R.C. Genova, B. Girma, E.S.
Kissel, A.N. Levy, S. MacCracken, P.R. Mastrandrea, and L.L. White (eds.)].
Organización Meteorológica Mundial, Ginebra, Suiza.
[2] (2014) Galindo, L., Samaniego J., Alatorre J., &
Carbonell J., Procesos de Adaptación al Cambio Climático Análisis de América
Latina, Colección Documentos de Proyecto, CEPAL, LC/W.647, Santiago de Chile.
[3] IPCC,
2014: Cambio Climático 2014: Impactos, adaptación y vulnerabilidad - Resumen
para responsables de políticas. Contribución del Grupo de trabajo II al Quinto Informe
de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático. [Field, C.B., V.R. Barros, D.J. Dokken, K.J. Mach, M.D. Mastrandrea,
T.E. Bilir, M. Chatterjee, K.L. Ebi, Y.O. Estrada, R.C. Genova, B. Girma, E.S.
Kissel, A.N. Levy, S. MacCracken, P.R. Mastrandrea, and L.L. White (eds.)].
Organización Meteorológica Mundial, Ginebra, Suiza, p., 5.
[4] (2014), Plan Nacional de Adaptación al
Cambio Climático, Oficina de Cambio Climático, Ministerio del Medio Ambiente,
Santiago, Chile.
[5]
Ibíd., p.31, 32.
[6]
Ibíd., p. 42, 43.
[7] (2011), Informe Final Fortalecimiento de Capacidades
de los Encargados de la Formulación de Políticas para hacer frente al Cambio
Climático en Iberoamérica Evaluación del Impacto Social del Cambio Climático en
Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile Centro de Cambio Global UC,
Para Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile.
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